LA
INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA CON NIÑOS Y ADOLESCENTES EN
DESASTRES
NATURALES
LA
VIVENCIA DE CRISIS TRAUMÁTICAS POR NIÑOS Y ADOLESCENTES
Aunque tradicionalmente se
ha considerado que los niños tienen una gran capacidad de adaptación, los
estudios e investigaciones realizadas sobre las reacciones de los niños a
desastres (Norris, Friedman y Watson, 2002; Vogel y Vernberg, 1993,
García Renedo, 2008) nos
señalan los siguientes hechos:
Los niños muestran unas
reacciones emocionales intensas tras el desastre, pudiendo ser la
sintomatología más grave incluso que la de los adultos.
La sintomatología que
muestran los niños afectados por desastres causados por el hombre (como guerras
y atentados terroristas) es más intensa que la que muestran los niños afectados
por desastres naturales.
La totalidad o la mayoría
de estos síntomas desaparecen con el paso del tiempo conforme el niño va
consiguiendo reajustarse a la nueva situación. La permanencia de los síntomas
es señal de alarma y debe llevar a una intervención terapéutica en el ámbito de
la salud mental, puesto que algunos pueden llegar a
desarrollar trastornos
psicológicos, fundamentalmente trastorno por estrés postraumático.
La respuesta de los niños
a desastres naturales depende de muchas variables.
Algunos de los factores que
más influyen son: el grado de exposición al desastre, el daño personal sufrido,
la edad y nivel de desarrollo del niño, los sucesos traumáticos anteriores o la
existencia de protección por parte de los padres.
Los padres no son siempre
conscientes del impacto negativo de los desastres en sus los hijos ya que
tienden a informar de menos síntomas que si se les pregunta a los niños.
Las reacciones de los niños
tras el desastre son consecuencias lógicas de la crisis traumática vivida, lo que
incluye el miedo y sobresalto fácil, la irritabilidad, los problemas de
atención o los relativos al sueño. El hecho de sufrir una situación de crisis traumática
genera una respuesta de estrés que se debe entender como normal lo que no es
habitual es que este tipo de conductas permanezcan en el tiempo generando un trastorno
desadaptativo.
LA
INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA CON NIÑOS Y ADOLESCENTES EN CRISIS TRAUMÁTICAS.
Los menores, necesitan de la
seguridad y afecto que les proporcionan sus figuras de apego familiares así
como otros miembros de la comunidad (amigos, profesores,…).
En este sentido, la
intervención debe partir de un principio fundamental: ofrecerles un entorno
vital seguro y normalizado donde recuperar o restablecer sus rutinas diarias.
Los adultos tienen la
responsabilidad de ayudar al reequilibrio emocional de niños y adolescentes,
por ello la intervención psicológica se debe hacer tanto directamente con los
menores como indirectamente a través de pautas y orientaciones a la familia y a
los propios profesores dadas la influencia que ejercen en ellos.
De modo general, si nos
atenemos a estudios, investigaciones y recomendaciones de instituciones de
carácter internacional, como las elaboradas por el el Comité Permanente entre
Organismos para la ayuda humanitaria (IASC, 2007), cualquier intervención “a
posteriori” tras el impacto del desastre ha de comenzar por ofrecer un entorno
seguro en el que se pueda animar a los niños a hablar sobre lo ocurrido (sin
forzarles a ello), a plasmarlo de diferentes modos (en textos, dibujos y juegos)
y compartirlo con los demás. Junto a profesionales especializados, los padres y
profesores pueden contribuir a que el niño exteriorice de forma controlada sus sentimientos
y pensamientos en relación a la situación vivida, a clarificar sus dudas y confusiones
y a calmar sus miedos en un contexto de confianza y seguridad.
Además de expresar sus
vivencias los niños precisan integrarlas en su configuración del mundo y
reconstruir un entorno vital de nuevo seguro. A tal fin se les han de ofrecer
aclaraciones sobre el suceso y las circunstancias que viven en la actualidad,
así como responder a sus preguntas con tacto, pero con veracidad. Se trata de
evitar que rumores, supersticiones y otras creencias infundadas puedan
acrecentar el trauma del niño haciéndole pensar que tiene algún tipo de culpa o
responsabilidad en lo ocurrido, que el desastre responde a algún tipo de castigo
o cualquier otra explicación fantástica o mágica que acreciente sus miedos.
Del mismo modo, se ayuda a
los niños a restablecer la confianza y seguridad si se les dan consejos e
indicaciones de cómo protegerse y actuar en caso de repetirse el desastre.
También padres y profesores pueden colaborar ofreciendo estos mensajes e informaciones
en un lenguaje adecuado a la edad, características y circunstancias del niño.
Este tipo de actuaciones mejoran la percepción de niños y adultos acerca de su capacidad
de afrontamiento de la crisis y favorece que puedan ayudar y ser solidarios con
otros.
MODELOS
PSICOLÓGICOS DE INTERVENCIÓN EN CRISIS CAUSADAS POR DESASTRES.
Los modelos de intervención
psicológica en desastres se determinan atendiendo a distintos factores, así el
modelo de Inbar (1994) reconoce dos variables que permiten organizar y
diferenciar esta intervención: en qué momento se produce (fases de pre
advertencia, advertencia, impacto y post‐impacto)
y a quién va dirigida (individuo, familia, comunidad y organizaciones como
colegios, instituciones de emergencia, de seguridad, de salud etc.).
En el caso de la
intervención psicológica con niños y adolescentes Vernverg y Vogel (1993)
proponen tres fases principales:
a) Fase de preparación pre‐desastre: periodo anterior
al desastre en el que se realizan actuaciones de previsión, planificación y
formación para facilitar a los niños y su entorno estrategias y herramientas
para hacer frente a la situación de crisis.
b) Fase de impacto o de
recuperación a corto plazo: periodo que va desde que ocurre el desastre hasta
aproximadamente 3 meses después. Se trata de realizar intervenciones para
restablecer el equilibrio psicológico de los niños ofreciendo la primera ayuda
psicológica.
c) Fase de pos impacto:
periodo que abarca desde los 3 primeros meses del desastre hasta los 2 primeros
años. Se realizan actuaciones para ayudar de modo especializado a aquellos
niños que siguen mostrándose muy afectados.
En la Figura 1. Se presenta
una adaptación de los modelos antedichos de intervención en crisis con niños y
adolescentes, definido por las fases (pre‐desastre,
impacto y post‐impacto)
y de los diferentes destinatarios de la intervención.
FASES
ACTUACIÓN DESTINATARIOS
Figura 1. Modelo de
intervención psicológica con niños y adolescentes en crisis basado en Inbar
(1994) y Vernverg y Vogel
(1993).
Menor
Familia
Comunidad escolar
Comunidad
Pre‐impacto PREVISIÓN
Impacto INTERVENCIÓN
Post‐impacto RECUPERACIÓN
Desde otro punto de vista,
Slaikeu (1996) sugiere que un modelo de intervención en crisis debe considerar
cuatro elementos o variables: la duración, los objetivos, la evaluación de las
capacidades y dificultades del sujeto y la persona que ayudará en la crisis.
Las estrategias y actuaciones variarán para cada elemento en función de si se trata
de intervenciones de primer orden (en los minutos y horas inmediatamente posteriores
al desastre) o de segundo orden (semanas o meses después). Una adaptación de la
propuesta de Slaikeu se realiza en la tabla nº 3.
Tabla 3. Modelo de
intervención en crisis basado en Slaikeu (1996)
TIPO DE
INTERVENCIÓN
PSICOLÓGICA
MOMENTO FINALIDAD ACTUACIONES
De primer orden Momentos
Inmediatamente
posteriores al desastre: primeros minutos y horas.
Proporcionar
los “primeros auxilios psicológicos”
‐Ofrecer un entorno seguro,
transmitir seguridad y dar información acerca de lo que está ocurriendo.
‐Facilitar la conexión con
apoyos sociales
De segundo orden De los primeros
días a los 3 meses aproximadamente.
Ayudar
a los afectados a reorganizarse hacia la salud y el crecimiento y evitar una
reorganización patológica
‐Ayudar para que los
afectados retomen sus actividades cotidianas.
‐Informar sobre cómo actuar
ante las adversidades para reducir la angustia
y
promover el funcionamiento adaptativo
‐Seguimiento de los más
afectados
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